Es suficiente con ser un humano para tener dicha capacidad
Por supuesto, ignoraba la obscura causa de la repulsión que ocasionaba en las mujeres que me atraían sexualmente. Mas conocía con perfección lo que me había llevado a gastarme los ahorros en los gemidos pésimamente fingidos de Marta y otras rameras tantas veces: mi baja autoestima.